Desde su presencia en el G-20, José Luis Rodríguez Zapatero parece verse a sí mismo como una superestrella de la política financiera internacional. Acosado por las malas críticas y necesitado del cariño del público, Zapatero Montana presentó ayer sus nuevas canciones (perdón, medidas) para ganarse el aplauso de los suyos.
Pero una reducción fiscal de cinco puntos a las pequeñas empresas y autónomos no servirá de nada a quienes estén en pérdidas y en pocos casos ahorrará más de 20.000 euros a quienes disfruten de buenos márgenes. Poco para evitar destrucción de empleo en empresas que lo precisen, de modo que básicamente beneficiará a las que ya van bien. La rectificación que supone la ayuda directa de 500 euros a la compra de automóvil, pese a la insistencia con que la reclamaba el sector, tampoco va a ser la panacea y tiene poco de cambio de modelo. El recorte de gasto de 1.000 millones es un esfuerzo loable -habrá que ver en qué se concreta-, aunque mínimo al lado del déficit que se avecina, y la exención al bono transporte apenas pasa de anécdota. En cuanto al nuevo plan de inversiones de 5.000 millones para el año próximo es una nueva versión del hit parade de este año, que está creando empleos, sí, pero de mínima duración.
En el renovado repertorio, la medida con más peso es el drástico recorte (casi eliminación) de las deducciones por la compra de vivienda desde 2011, lo que pretende rebajar a medio plazo el peso de la economía del ladrillo. Por ahora, sin embargo, lo que hace es incentivarla.
El líder del PP prefiere presentarse como un tipo normal, poco propenso al estrellato. Miley Ray describió con crudeza la situación y dijo tener medidas contra la crisis, que no llegó a exponer más allá de una serie de obviedades de barra de bar. Decir que hace falta una reforma laboral ya es más que lo que dijo el presidente, mas de poco sirve si no se concreta.
Zapatero Montana logró atraer los focos sobre sus propuestas, pero no serán las que nos saquen de la crisis. La música sonó bien; la letra no convence. Para Miley Ray, la gran receta de hombre corriente es "la confianza". Y es verdad que eso arreglaría media crisis. Pero resulta algo irónico que lo diga el líder político que según las encuestas suscita la desconfianza del 80% del electorado. ¿Lo peor de los dos mundos?
Créditos: el país
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